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.- ¿QUÉ SON LAS PESADILLAS Y TERRORES NOCTURNOS EN LOS NIÑOS?


¿QUÉ SON LAS PESADILLAS Y TERRORES NOCTURNOS EN LOS NIÑOS?

 

 

Las pesadillas y los terrores nocturnos se presentan con cierta frecuencia en los niños y aunque a menudo se les confunde, no son lo mismo.  Las pesadillas ocurren en la segunda mitad de la noche y son sueños muy intensos y vívidos,  que le producen al niño miedo y angustia y por lo general tienen que ver con persecuciones, monstruos y toda clase de peligros que le amenazan. Cuando se le despierta puede recordar el sueño y será posible tranquilizarlo y lograr que se vuelva a dormir.

 

Los terrores nocturnos por el contrario, se presentan durante la primera mitad de la noche; el niño presenta claras muestras de angustia, como ritmo cardiaco y respiratorio acelerados, sudoración, confusión e intenso miedo.  Puede haberse sentado o levantado de la cama, grita y tiene los ojos abiertos, lo cual hace parecer que está despierto, pero no lo está, y por lo tanto no responde a las palabras tranquilizadoras de los padres, puesto que en realidad no las escucha ni los reconoce. Los episodios pueden durar hasta 10 minutos y a la mañana siguiente, el niño no recordará nada de lo sucedido.

 

Las causas por las que las pesadillas se presentan, pueden ser conflictos emocionales que el niño tiene, provocadas por situaciones familiares o escolares, o incluso porque ha estado viendo películas de terror que le provocan esos miedos que no puede elaborar. Así también, cuando un niño es constantemente despreciado, criticado y rechazado, se generará en él un fuerte sentimiento de culpa. Este siempre nos lleva (consciente o inconscientemente), a suponer que somos malos, y por lo tanto merecemos un castigo, lo cual a su vez puede producir a los niños fuertes miedos y fantasías terroríficas, que son un caldo de cultivo para las pesadillas. 

 

En el caso de los terrores nocturnos, las causas suelen ser las mismas que he mencionado para las pesadillas, pero también existe la posibilidad de que sean síntomas de algún problema neurológico, sobre todo cuando se presentan con mucha frecuencia. Si el niño no está expuesto a películas de terror y no tiene problemas familiares o escolares, y aun así presenta terrores nocturnos frecuentes, es casi seguro que exista una situación neurológica.

 

Como es de suponer, tanto las pesadillas como los terrores nocturnos de los niños, preocupan mucho a sus padres. No obstante, es importante que estén bien informados sobre el hecho de que por lo general desaparecen después de un tiempo y sobre cuáles son las acciones apropiadas que deben tomar cuando  se presentan.

 

En el caso de las pesadillas, hay que tratar suavemente de que el niño despierte completamente, sin estrujarlo o jalonearlo; hay que abrazarlo, acariciarlo, hablarle de manera tranquila, y hacerle ver que sólo fue un sueño y ya pasó. Quedarse junto a él un rato hablándole, cortará de seguro el estado emocional que la pesadilla le produjo y volverá a dormir.

 

Cuando se trata de terrores nocturnos, las mismas acciones son útiles, aunque hay que entender que tal vez no les escucha ni ve, y simplemente deben esperar a que pase la crisis. En ese momento el niño estará en condiciones de que lo despierten completamente, y lo consuelen de la manera mencionada anteriormente. Los padres deben escuchar a su propia sabiduría interior,  que les guiará para saber qué hacer durante el proceso.

 

Otras acciones como dejarles la puerta abierta, una lamparita de noche y cosas por el estilo, pueden ser útiles para ayudar al niño a sentirse más tranquilo.

 

Es muy importante también que los padres cuiden las cosas que el niño mete en su mente  y sus emociones; me refiero al tipo de programas de televisión o películas que ve y al hecho de que presencie los pleitos, gritos e insultos que lamentablemente muchos padres se profieren mutuamente. Esta patológica y dolorosa dinámica familiar, crea y alimenta fuertemente sus inseguridades y miedos.

 

Hay que ser abiertos además, para hacer que el niño reciba atención profesional, psicológica y neurológica si es necesario. El pediatra y el psicólogo podrán diagnosticar las causas de las pesadillas o terrores nocturnos, indicar el tratamiento adecuado y apoyar a los preocupados padres para que lo lleven a cabo.  Este problema infantil es relativamente fácil de solucionar recibiendo la atención profesional adecuada cuando es necesario, y siguiendo las medidas que se han sugerido con anterioridad. Ni los padres, ni mucho menos los niños, deberían sufrir estos episodios cuando la solución está al alcance de la mano.

 

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