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¿QUÉ SIGNIFICA RESPETAR Y HONRAR EL DESTINO DE TUS HIJOS?


¿QUÉ SIGNIFICA RESPETAR Y HONRAR EL DESTINO DE TUS HIJOS?

 

 

Hace poco una mujer acudió a terapia conmigo, debido a que estaba muy preocupada y triste porque el padre de su hija de 5 años, no quiere estar presente en su vida.  La mujer le llama, le ruega que la busque, que la visite en su cumpleaños, que le de un regalo, le llame, y de cualquier forma posible esté en contacto con ella.   La reacción del padre es de total indiferencia y frialdad y no hay poder humano que le haga interesarse en su hija y mucho menos en darle su amor y su apoyo.

 

La madre sufre muchísimo por esto, lo cual es comprensible.  Ella considera que la vida de su hija es miserable y horrenda por esa razón, y constantemente la compara con la vida de otras niñas a su alrededor, que sí tienen a un padre presente.  Pero esto no se queda en ella, sino que con frecuencia se lo dice a su hija.

 

Este es uno de esos casos en que los padres (en este caso la madre), debemos respetar y honrar el destino de nuestros hijos.  En este ejemplo, fue necesario hacer comprender y aceptar a la madre, que no puede tener control sobre el hecho de que el padre de su hija la ame y quiera estar cerca de ella. Nadie puede obligar a otro a cambiar o hacer algo que no quiere. Ella ya hizo todo lo posible y lo que le toca, para conseguirlo. Ese es el destino de su hija, tener un padre ausente, frío, lejano, sin amor. 

 

El destino de nuestros hijos es sagrado, y debemos respetarlo y honrarlo. Hay algunas experiencias que les toca vivir y no podemos hacer nada al respecto.  Así corresponde, y así está bien. A veces les tocó nacer de un padre o madre alcohólico, o[1] enfermo física o mentalmente y vivir las experiencias que los hijos con padres así, experimentan. Eso es destino.  A  otros les tocó nacer con síndrome de down, con parálisis cerebral, o cualquier otra enfermedad, discapacidad o malformación de origen congénito.   Eso es destino.

 

Todo aquello que está totalmente fuera de nuestro control, que no podemos cambiar, que aunque intentemos y luchemos arduamente por modificarlo  no podemos, es destino.

 

Respetar y honrar el destino de nuestros hijos implica pues, “darles nuestro permiso” para vivir esas experiencias, apoyarlos para que aprendan de ellas lo que corresponda, y en lugar de venderles la idea y convencerlos de que es horrible lo que les sucede, ayudarles a verlo desde un nivel más elevado de percepción, desde el cual es posible comprender que todo sucede por una buena razón, y todo es perfecto tal como es.

 

A la madre de nuestro ejemplo, le recomendé mucho que deje de mandarle el mensaje a su hija de que su vida es horrible y miserable porque no tiene un padre a su lado.  Es indudable que lo ideal para todo niño sería que crezca con un padre y una madre que lo amen, lo protejan y lo apoyen, pero cuando no es así, tampoco es el fin del mundo.  La vida vale mucho la pena, hay que vivirla con las circunstancias fáciles o difíciles, que a cada uno le han tocado.

 

Respetemos y honremos el destino de nuestros hijos, reconociendo que, aunque la mayoría de nosotros somos incapaces de comprender las razones profundas para que las cosas sean como son, en todo lo que sucede y está fuera de nuestro control hay una perfección y un orden divino. Así corresponde… y así está bien.

 

 

 

 

 



[1] Recomiendo mucho el libro “EN MI CASA TAMBIÉN SALE EL SOL” De Lourdes Rueda Cantú y Maite Saavedra Ordorika. Editorial Patria. Para niños con familiares adictos.

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